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11 octubre, 2019

Sitges 2019 ~ Día 8

Ya sea por acumulación de cansancio o por una mala selección de películas para la agenda de ayer, la verdad es que la jornada no fue muy fructífera en cuanto a salir agradecidos de las salas de cine. Aún habiendo variedad en las propuestas, la verdad es que ninguna de ellas despuntaba por encima de la media. Pero bueno, que como para opinar hay que ver, o eso dicen, allá vamos con lo que se aconteció.

Comenzábamos el día con la producción china Super me, segundo trabajo de Zhang Chong que vuelve a pisar el cine de género con esta curiosa película.

Si algo tiene el cine chino es que la mayoría de sus películas han de acabar siempre inculcando al espectador cierta moralidad. En este caso, y utilizando para ello un sinfín de parafernalia creada por ordenador y una historia que a priori podría parecer interesante, nos viene a relatar en su conclusión que el dinero no lo es todo en esta vida y que hay que mirar otros valores.

Para ello se sumerge en el fantástico jugando entre lo onírico y lo real, haciendo que nuestro protagonista abrumado por sus pesadillas pueda caminar entre los mundos, negociando en nuestro mundo con los objetos obtenidos en sus sueños. Más allá de aquí, el desarrollo se hace de forma acelerada, prácticamente repitiéndose en bucle y haciendo que lo poco más de hora y media que dura nos parezca mucho más larga.

La siguiente en el casillero acabó siendo lo mejor del día, aunque ya estábamos casi seguros de ello antes de entrar a la sal. Se trataba de Le Daim, el nuevo trabajo del siempre inclasificable Quentin Dupieux.

Para esta nueva entrega dentro de su particular universo contará con la participación de Jean Dujardin, el cual bordará una interpretación que seguramente no aceptaría cualquiera dadas la cualidades especiales de su guión, y que con su plante serio y de gentleman consigue darle aún más énfasis si cabe. Somos muy fans de este director, así que todo lo que haga nos va a parecer una marvilla. Quizá no sea una opinión subjetiva, pero seguramente que más de uno pensará igual.

En esta nueva entrega dentro de su surrealismo, Dupieux mantiene el pulso a todos estos nuevos artistas que con grabar cuatro vídeos en Youtube ya son lo más. Bueno, pueden serlo, al final el arte también tiene su subjetividad, y por ello la excentricidad de nuestro protagonista con su chaqueta que le da órdenes es el claro ejemplo utilizado como metáfora para ello. Inclasificable, como siempre, vuelve a crear una atmósfera raruna que hará la delicia de todos sus seguidores con ese humor tan ácido y anormal que tiene. Otra nueva genialidad (o locura) que no se puede explicar, sino solamente ver y hablar de ella con tus iguales.

Y tras leer la sinopsis y esperar una buena película de ciencia ficción pura, Les particles de Blaise Harrison fue bastante decepcionante.

La propuesta sobre la que partía esta película en la que el colisionador de hadrones del CERN afecta de forma casi imperceptible a nuestro mundo, era bastante atractiva. Eso, y que un joven que estudia cerca de él se percata poco a poco de la situación, comenzando a hacer cábalas del por qué hasta llegar a afectarle físicamente.

Pero más allá de la realidad, el desarrollo de la misma de forma contemplativa e incluyendo en la trama un drama puro y duro, hacen que la película no te deje entrar en ningún momento, haciéndose eterna para luego llegar a una conclusión que no hace mejorar su valoración final. Muy prescindible.

Y aunque tampoco se podía esperar mucho de la producción norteamericana Depraved, último trabajo de Larry Fessenden, la verdad es que también dejó mucho que desear.

Retomando el mito del monstruo de Frankenstein, pero transportándolo a nuestros días y con una concepto subjetivo totalmente diferente, la verdad es que esta película ha pasado sin pena ni gloria por nuestras retinas. Si ya es complicado volver al clásico de Shelley que la Universal encumbró hace casi ya cien años, aún es más difícil si lo quieres hacer de forma tan conceptualmente extraña.

Eso sí, se podría destacar el aspecto más intimista y menos terrorífico que le da a la misma, ya que los sentimientos de la criatura y sus tormentos son el principal móvil con el que va avanzando la película. Pero aún así, se pierde mucho en darle una cobertura a esa idea y acaba aburriendo más que generar un mínimo de interés en el espectador.

Y para terminar la jornada volvíamos al terror con Girl on the third floor de Travis Stevens.

Si no había quedado claro que el subgénero de las casas encantadas estaba demasiado de moda en estos últimos años, este joven director se mete de lleno en otra más con la segunda película de su carrera. Quizá el punto diferencial con el resto es la mala leche con la que el poltergeist acecha a nuestro protagonista haciéndose notar a través de la propia casa, así como la entramada historia del pasado que parece acosarle constantemente.

Pero aún así, quitando las cuatro escenas en las que podríamos decir que el terror se apodera de la pantalla y los toques de humor negro que la invaden en algunos momentos, la verdad es que en su cómputo global la película es bastante floja. Quizá sea porque ya tenemos el tema bastante quemado, pero no nos ha sido para nada atractiva. Entretenida sí, pero poco más.

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