El festival sigue yendo a buen ritmo y sobretodo y más importante llegando a más gente. En la jornada de ayer se pudo ver cómo un buen número de espectadores se acercaba a los cines Golem Alhóndiga para asistir a las proyecciones que se ofrecían en ambas salas. Por mi parte, que pasé toda la tarde viendo la programación de la sala dos (acceso con entrada gratuita), pude apreciar cómo estuvo prácticamente llena en todas las sesiones, aún tratándose de películas con carácter de bajo presupuesto. Y es que para los que nos gusta el cine de género, no se pone ningún tipo de límite a la hora de alimentar nuestra afición.
Por la mañana pudimos asistir al pase de prensa de la película Noctem (2017), de Marcos Cabotá, la cual se estrenaba a nivel mundial en este festival.
La película se desarrolla en modo casi documental, donde seguiremos el proceso de investigación llevado a cabo para intentar averiguar qué le sucedió a dos jóvenes que desaparecieron un año atrás sin dejar rastro. Como referencia se utilizarán los vídeos grabados por ellos mismos con sus móviles y donde se descubrirá que hay algo paranormal detrás de la historia. Un argumento que, según comentaron en la rueda de prensa posterior, está basado en hechos reales que le sucedieron a su protagonista. Ésto desembocó en realizar la película utilizando para ello elementos que formaban parte de su vida cotidiana, tanto amigos, como novia e incluso también utilizar su propio apartamento. Una película de sustos muy millenial teenager que, aún estando bastante bien hecha, no aporta nada nuevo a este subgénero.
Ya por la tarde pasamos a ver otra sesión de cortometrajes, esta vez 11 trabajos que entraban en la sección Panorama del festival.
Algunos de ellos ya fueron vistos en otros certámenes, pero la mayoría han sido nuevos para mí. Y sinceramente, he de decir que la selección ha sido muy correcta, ya que ninguno de ellos ha tenido desperdicio alguno. Destacaría, eso sí, Sincrónico de Ricardo Fernández Jiménez, Pis de David Caiña y Einstein Rosen de Olga Osorio. Una lástima que no hayan entrado a concurso.
Después asistimos al pase del segundo trabajo que entraba en la sección Dokufant de esta edición, Sputnik (2016) de Asier Abio.
Este documental es una carta al amor por el género y de cómo no se pone ningún límite a la hora de realizar un proyecto personal, aún siendo cine de guerrilla. Asier y su equipo conocieron a Jacint, fundador de la productora Kutrefacto Films, bajo la cual realiza sus proyectos personales sin ningún tipo de ayuda económica, mas que la colaboración de familiares y amigos. Sorprendidos por su férrea voluntad, decidieron documentar su vida y de cómo llegó a hacer lo que hace, ya que comparten afinidades reflejándose mutuamente. Una historia en la que muchos otros jóvenes realizadores se verán reflejados y que demuestra que si uno realmente lo desea, es posible llevar a cabo lo que se quiera.
Y para terminar la jornada se pudo ver Cinebasura (2016), el primer largometraje de Paco Fox y Miguel Ángel Viruete.
La película se centra, como no, en la afición que tienen estos dos personajillos por el cine de serie B y trash, así como de todas esas subculturas que tanto nos gustan a los rarunos, desde el retrogame hasta lo más pop. El argumento es tan simple y jachondo como la apertura de un portal interdimensional, el cual provocará una invasión y conversión de nuestra sociedad hacia la cutrez fílmica. Es muy para seguidores de su humor, pero que solamente por las referencias que nos muestra ya se merece al menos un visionado.
El resto de la jornada se completó con las proyecciones de Seoul Station (2016) de Yeon Sang-ho, la genial I am not a serial killer (2016) de Billy O’Brien y la segunda producción vasca que entraba a concurso, El ataúd de cristal (2016) de Haritz Zubillaga, un inquietante y por momentos estresante psicothriller.
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