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10 julio, 2017

Baby Driver

Sincronizando musicalmente el acelerador...

Caratula
  • Título traducido: Baby Driver
  • Director: Edgar Wright
  • Guión: Edgar Wright
  • País: Reino Unido Año: 2017 Duración: 115 min.
  • Música: Steven Price  Fotografía: Bill Pope
  • Compañía: Big Talk, Media Rights Capital, TriStar, Working Title Films
  • Intérpretes: Ansel Elgort, Lily James, Jamie Foxx, Jon Hamm, Kevin Spacey, Eiza González, Jon Bernthal, Ben VanderMey, Thurman Sewell, Allison King, Lance Palmer, Keith Hudson, Patrick R. Walker
  • Género: Acción, Comedia
Sinopsis
Baby es un joven introvertido con una capacidad asombrosa para conducir. Tras un oscuro pasado que le une a un criminal planificador de golpes a bancos, trabajará para él prácticamente en contra de su voluntad. Pero al conocer a una joven con sus mismos ideales intentará provocar el cambio...

Dentro del maravilloso mundo que ha ido creando Edgar Wright a lo largo de su carrera, quizá ésta sea la película que más se desmarca dentro de su línea. Un trabajo del cual comenta haber comenzado a engendrar por allá en 1995 y que terminó de cuajar a partir del visionado de la genial Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) unido a la desvinculación definitiva de Ant-Man (Peyton Reed, 2015). Toda la película gira entorno a la música, incluso asegura haber escrito todas las escenas de acción y artes del guión partir de la selección de temas escogidos para la misma, sincronizando muchas de las escenas con el ritmo que se escucha en cada momento. El relleno: persecuciones de coches, atracos, violencia y un romance, todo unido para hacer una divertida y apasionante película...

Y es que se pueden apreciar muchísimas referencias a grandes clásicos del género, recordando escenas prácticamente calcadas (o el plagiarse a si mismo, clonando para su escena inicial el videoclip que filmó en 2003 para el tema Blue Song del grupo Mint Royale...), pero según dice, la esencia de todo se encuentra en las tres películas de acción que marcaron la década de los noventaPoint Break (Kathryn Bigelow,1991), Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992) y Heat (Michael Mann, 1995). Él quería hacer una de esas obras donde la música no es un mero acompañamiento a las imágenes sino que forma parte de la misma, muy al estilo del mejor Scorsese o a lo Tarantino. Quizá ésta no sea una película tan grande, pero sí que la ha cuajado para refrescar un poco el actual panorama que se encuentra en las carteleras.

Ya desde los primeros minutos nos pone en órbita y nos prepara para lo que pueda venir a continuación. Pero sin caer en la desgracia de querer enlazar una escena de acción tras otra hasta el final (óigase de fondo Fast & Furious), aquí nos desarrolla una historia romántica y de traición, que sin ser de lo más original funciona y entretiene. Al final sigue siendo el estilo del director, donde una subtrama acaba siendo la protagonista principal de la historia y lo que se proponía desde un inicio acaba quedando de trasfondo (como por ejemplo en Shaun of the Dead, 2004). Eso sí, el apartado cómico aquí queda más ligero que en su Trilogía del Cornetto, aunque deja alguna que otra perla para sacar la sonrisa. Los actores, por su parte, están correctos en sus interpretaciones. Ninguno de ellos destaca, ni tampoco los nombres más sonados hacen los papeles de su vida, pero es suficiente para no caer ni en la pedantería ni en la desgracia, lo justo. 

Pero bueno, lo más destacable, como ya comenté al principio, es la selección musical y las coreografías montadas a su alrededor. Todo lo que sucede cuando suenan temas importantes va acompasado con los mismos, desde un claxon hasta las pulsaciones sonoras del teclado de un cajero automático, incluyendo el movimiento de los actores e incluso algunos de los diálogos. Ninguna acción se realiza sin permiso de la música. Igualmente, todas las persecuciones al volante son una auténtica maravilla. Los conductores especialistas consiguen hacernos creer las maniobras que realizan con los vehículos, que sin llegar a ser tan fantasiosas son realmente espectaculares. Todo ello para llevarnos a una traca final donde lo mezcla todo para ofrecernos unos últimos minutos tan espectaculares (o más) como fueron los iniciales. Nada mejor para terminar una sesión con buen sabor de boca e incluso pensando en echarle otro vistazo por si nos hemos perdido lago en el trayecto. Bravo por Wright...

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